Jodidos Inc.

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Antes de volver me dijeron que la ciudad tenia un clima transversal que haría a los sentidos confundirse entre los arboles caidos y los de pie, que por eso era mejor ni pisar, de ninguna manera de las dos, las tierras tapatias. El sur, la respuesta estaba al sur.

Antes de volver me di cuenta que el dolor cercena el cristalino cuando desplazas los sentimientos propios hacia los demas, llámese, amigo, novia, amante, conocido, familia, lo que sea, hijo, en este caso. Ni siquiera se contagia el grado de agonia cuando sorbes el dolor a mares de los ojos ajenos, es más, lo que se pega como polución, de la que no te das cuenta hasta que acaba el día y te das un baño y observas lo gris que cae el agua, es el amor, el que esta en cada sorbo de dolor y en cada abrazo y caricia que se da a la decisión mas dificil, o al menos de las más, la de borrar y olvidar ciertas cosas. Y a lavar con sangre, pues necesitas dejar mancha para tapar lo que queda al fondo.

Y al final regresas, deprimido, mas por lo cansado que por volver, ja, pero regresas con la idea del dolor, de la incomodidad, de no querer volver pues para qué, pero la memoria, perra insensible, te agarra por el cuello y te dice: "Bienvenido a casa".