Jodidos Inc.

Quejoso.

Me siento viejo. Hace años que me siento viejo, para escribir, para socializar y caerle bien a la gente, para siquiera esforzarme en corregir ciertas sentencias en las cuales no creo, ni comulgo, ni imaginaba que saldrían de mi boca en el momento en que la misma las pronuncia. Estoy oxidado, herrumbre apesta mi boca, soy un payaso que no da risa, un proscrito al que le sonríen para que se aparte sólo un poco, un país, una galaxia, mínimo seis pasos o a la habitación contigua. Escucho y escucho y escucho nuevas músicas que me suenan a viejas, me hundo en soliloquios internos que me convencen de que lo único que logro es perder el tiempo, la condición y el ánimo de querer agradar, por lo mismo cada vez lo busco menos. Por lo mismo me gusta más la música que no le va a gustar a nadie, ni siquiera por el estrépito, tampoco por incomprensible, pero si por anacrónica y no corresponder con absolutamente nada. Me duele la espalda y la rodilla, mi estómago se destruye al comer comida picante, sufro una calvicie que a estas alturas ya no puedo calificar de prematura, ¿bajar de peso? pfff, huelo a plomo, a cobre, a azufre y a perfumes caros que tratan de cubrir humores que tratan de cubrir amores pasados, pesados, pisados. Soy un necio nomás para lo malo. Me siento imbécil y pienso que no pienso suficiente, busco trabajos para evadir esa actividad y cualquier otra que la implique. Escribo peor que cuando era un mocoso estúpido de menor edad y lo escribo para dejar constancia. Me canso rápido y demasiado de todo. Ah, y bebo y fumo.

Y una vez más, quiero retomar el vicio de la escritura. Una enésima vez más.